Monjes, Reyes y Juglares. La música medieval

Novelas como El Nombre de la Rosa de Umberto Eco o enloquecidas películas como La bestia del reino de los Monty Python transmiten de la Edad Media una imagen tosca, polvorienta e invernal.´Pero la Edad Media fue también la época apasionante del nacimiento de un modo de expresión revolucionario: la polifonía. Prohibida al principio por los Santos Padres, ¿cómo pudo la música litúrgica sobrevivir, crecer hasta dar nacimiento a la gloriosa polifonía del Renacimiento?

Sectas cristianas jóvenes y ya heréticas habían tenido la ingeniosa idea de poner en música sus ideas subversivas. Para luchar contra esa propaganda, San Juan Crisóstomo declaró que el canto litúrgico era una imitación de la voz de los ángeles. La imagen de los ángeles trompetistas fue aceptada en todo el mundo cristiano y cada iglesia empezó a elaborar una liturgia adaptada a su realidad: el canto ambrosiano de Milán, la misa mozárabe en España, la romana... hasta que el papa San Gregorio impusiera el canto gregoriano siglos más tarde.

Los compositores del canto gregoriano actuaban como los constructores anónimos de los edificios religiosos; hacían una música funcional, perfectamente adaptada a la liturgia, utilizando formulas heredadas, transmitidas primeramente por vía oral y anotadas luego en un sistema de escritura cada vez más perfeccionado. Con su melodía concentrada y vigorosa, con su gracia primitiva y ardiente, el canto gregoriano y la arquitectura románica siguen siendo la expresión más pura del cristianismo organizado.

Poco a poco la vida, comprimida en la Iglesia de los clérigos, demasiado estrecha y sombría, empezaba a surgir del Occidente místico y miserable: nace en en Europa la armonía (practicada ya en África y Oriente Medio) como la "reunión congruente de diferentes voces". La luz empezaba a penetrar en las catedrales, cada vez más altas y atrevidas: San Marcos de Venecia, Notre Dame de Paris, Saint-Denis, Santiago de Compostela. Mientras, los compositores que pertenecían a la iglesia, se van liberando: Léonin, en su taller de Notre Dame, elaboraba un estilo a dos voces que dialogaban con gran libertad, que se llamó cópula; Perotin, su sucesor, empezó a armonizar, o sea superponer, cuatro voces, cópulas llenas de fantasía, desarrollando sus arabescos sobre las sílabas del cantus firmus*.

Cuando Gregorio IX creó la Inquisición, la cultura se refugiaba en las universidades de Bolonia, La Sorbonne, Oxford, la poesía, en las cortes ilustradas de Alfonso X el Sabio, de Federico II en Sicilia, en la república de Florencia con el dolce stil nuovo de Cavalcanti, Dante y Petrarca.

El mundo se hacía cada vez más ancho se extendía hasta la corte de Kublai Khan visitada por Marco Polo; la fe cristiana se convierte en el juguete de príncipes y prelados; los pintores, siguiendo las enseñanzas de Giotto, descubren las leyes de la perspectiva, inventando el espacio moderno; los compositores franceses, perteneciendo todavía a la Iglesia, inventan en Francia el Ars nova, un estilo que permite a la música liberarse definitivamente del texto; en Italia nace un género absolutamente nuevo, la polifonía puramente instrumental.

Alejándose de su papel puramente litúrgico, la música es, según Machault, "una ciencia que incita a reír, cantar y bailar".

Historia de la música. Monjes, reyes y juglares. La música medieval. Deutsche Grammophon

 

*cantus firmus: el canto firme es, originariamente, el canto litúrgico gregoriano. A partir del siglo XIII indica la voz principal de la melodía en las composiciones polifónicas, confiada generalmente al tenor.

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