Vivimos rodeados de estímulos. La realidad que percibimos es el resultado de lo que ocurre a nuestro alrededor una vez filtrado por la forma en que recibimos a través de nuestros sentidos y nuestra predisposición emocional y cultural.
Cuando caminamos activamos nuestro cuerpo y nuestra mente para recibir una información que nos otorga el propio camino, el sendero a recorrer. Por medio de nuestros pies “leemos” el suelo, es nuestro nexo con la superficie terrestre, que no es poco (¿te lo habías planteado alguna vez así?). Nuestra vista se desplaza recorriendo el entorno desde una perspectiva que es la nuestra como especie bípeda. El resto de nuestros sentidos, si queremos, pueden abrirse y participar de todo un compendio de estímulos ambientales que nos ofrece la propia marcha, nuestro desplazamiento.
Si caminamos conscientes de ello todas estas percepciones que transformaremos en información tienen una característica enriquecedora: nos aportan la experiencia única de ser parte del camino, dejamos de ser espectadores para convertirnos en actores.
Todo aquello que se encuentra en el camino se convierte entonces en una realidad llena de posibilidades para nuestra faceta racional: una fuente natural nos hablará de cómo el agua emana desde hace siglos desde un oculto manantial. Una piedra de una forma curiosa puede contar historias de tiempos remotos, quizás de cuando fue parte de un todo. Un cultivo nos dirá cómo ha cambiado el entorno gracias a la innovación.
¿Y nuestra faceta emocional? Si estamos atentos podremos colmarla de sensaciones: el agua de la fuente en nuestros dedos nos unirá a las entrañas de la tierra. El tacto de la piedra nos hará sentir que hubo otros antes que nosotros y seguramente no tan diferentes. Una mirada a los campos cultivados nos enorgullecerá de nuestros logros.
Si somos capaces de percibir todo esto entonces estamos preparados para que se nos agite el corazón al pensar que no somos los primeros ni seremos los últimos que a través del camino que pisamos vivieron, aprendieron y cooperaron.
“Antes de recorrer mi camino yo era mi camino” Antonio Porchia
AMAIA VALDEMOROS