CAMINOS PARA DESCUBRIR EL CAMINO

Alguien dijo que si uno no tiene claro cuáles son sus valores debe pensar a qué personas admira y por qué. Ahí los tiene. Y seguramente saldrán unos cuantos. Es cuestión de estar alerta y dedicarle un tiempo de reflexión.

Los valores son aquellos conceptos que consideramos de máxima importancia en nuestras vidas. Suelen ser intangibles, pero están representados por cosas tangibles. Así, la belleza, el sosiego, el bienestar y  la realización personal son valores que podemos sentir cuando los asociamos a cosas concretas.

Muchas veces son esas cosas concretas las que nos llevan a pensar en los valores. Paseaba hace unos días por las afueras de Artajona. Era una mañana moderadamente calurosa, soportable gracias a una ligera brisa que venía del norte, y mientras caminaba observaba los campos multicolores, las bandadas de gorriones, la familia de perdices que corre y medio vuela, las rapaces solitarias, las nubes cambiantes, un conejo que cruza veloz el camino, el silencio apenas alterado por el lejano ladrido de un perro, alguna maquinaria de riego y las campanas de una iglesia.

Todas esas cosas me hacen sentir bien y las asocio a valores: tranquilidad, belleza, privilegio, paz, capacidad de asombro, curiosidad.

Regreso de mi paseo matinal y me detengo en una de las fondas del pueblo. El hostelero, con quien he establecido una buena relación al poco tiempo de mi llegada a Artajona, me saluda cordial y sonoramente, como es habitual en él. Pido un zurito (medio vaso de cerveza) para apaciguar mi sed antes de volver a casa. Me lo sirve y añade una ración de ajoarriero, plato típico de la tierra, cosa que, aunque no se lo haya pedido, agradezco enormemente. Al terminar, me dispongo a pagar. “Nada, hombre. Te invito”. No es la primera vez que lo hace y creo que no será la última ni el único en hacerlo de nuevo. En otras ocasiones, mis compañeros de barra, con los que no me une más que la cercanía física y el haber coincidido alguna vez en el establecimiento, han pagado gustosos mi consumición.

Mi pensamiento se dirige de nuevo al tema de los valores. Los paisanos que muestran que debo añadir unos cuantos más a la lista: hospitalidad, amabilidad, generosidad, amistad, simpatía, humor.

De camino a casa, pienso en lo bien que me siento aquí. El hogar está donde uno es bien acogido y tengo la suerte de que eso me ocurre en más de un lugar. Qué privilegio…

 

Javier Salvat

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